miércoles, 11 de julio de 2012

Pastiche city


¿Será un avión? ¿Será un turrón? ¡Pues no! Es otra cinta para la ‘Generación Crepúsculo’.

‘Otra cinta para la Generación Crepúsculo’ ¿Qué tipo de expresión es esa? A ‘The  Amazing Spiderman’ ya la han tachado con esa cruz que parece decir: Cuidado amantes de lo arácnido, hay noticias peores que el abandono de Raimi, hay desmanes aun más imperdonables que el bailecito 'emo' de Tobey Maguire, ahora Spidey corre el riesgo de convertirse en personaje de una de esas películas que no son para ti, son para otra gente que ni te va ni te viene, pero que te hacen sentir viejo e interesante ¡¿Cómo que otra cinta para la generación Crepúsculo?!¿Qué es eso? ¿Y por qué no decir?: ‘Ahí va otro pastiche lleno de personajes insulsos interpretados por cheques andantes fatal maquillados, tan indolentes como los diálogos absurdos que les obligan a decir’. Claro que tampoco hay que ser tan críticos, también podemos hablar de esos pedazo de finales previsibles plagados de efectos especiales que quedan mal se gasten lo que se ganen a través de continuaciones cada vez peores pero ‘mucho más oscuras’.

Esta clase de designaciones no se usan por no molestar a los ‘Superpoperos’ que sueltan la viruta cada vez que una nueva película con ambiciones ‘sagueras’ se estrena, pero hay que empezar a hacerlo si queremos que la ‘atonización’ mainstream siga gozando de cierto prestigio (no va por ti Nolan).  El peligro está en el fascismo comercial con el que se está imponiendo este tipo de cine que día a día generan un ejército de anodinos forracarpetas potenciadores del egonarcisismo plastiquero que cada nueva ‘Caperucita eclipsada por los juegos del hambre que da ver la leyenda del cazador del león salido del armario’ nos ofrece, alimentando un tipo de cine que podríamos calificar como de ‘Antigoonie’, y que admitámoslo, a nadie deslumbra demasiado.

Los niños tienen la excusa del asombro gratuito como todos la hemos tenido, lo preocupante son los adolescentes que todavía no se han desraizado de ‘Hanna Montana’ y de todo lo que ya es fenómeno fan antes de que nadie lo haya visto. Cuando esa generación sustituya a la que aún sabe distinguir lo insulso de lo entretenido, correremos el terrible riesgo de que todos los blockbusters apunten a esos mensajes ‘Crepus-culeros’, tan edificantes como que no puedes reírte de ti mismo si no quieres que tu vida se hunda. Causa principal del postureo táctico de todos aquellos que aunque no lo digan, siempre han temido la sombra del mobbing como consecuencia directa de querer ser ‘normales’. De ahí la oscuridad maniquea que pretende aumentar entrega tras entrega, que ningún Cullen sepa sonreír y que los ‘Tokio Hotel’ sean tan así.

Con sólo unas gotas de irreverencia y sentimiento del ridículo, alcanzaríamos algo tan añorado en el cine juvenil como es ese sentimiento golfillo y despreocupado que en las sesiones de antaño proporcionaba enjundias insospechadas a la película más simplona. No hablo de utilizar un niño gordo cuya madre vive preocupada por su peso mientras sus colegas le piden que haga el ‘super meneo’, también hablo de un joven hombre lobo que da mortales cuando suenan los Beach Boys, un robot destinado a la guerra que prefiere hacerse pasar por extraterrestre, un pato que prefiere jovenzuelas con el pelo ‘cardado’ antes que a la ‘Patita cachonda del mes’, una madre que sin saberlo está enamorada de su hijo, un conejo mucho más feo que Bugs Bunny casado un bellezón pelirrojo con él que no se haría ni Don Draper, y unos niños que encuentran el placer de la aventura yéndose a buscar un cadáver.

Como dije en otra entrada, todas las películas están bien por el mero hecho de existir, pero lo mejor que puedo decir de ‘lo crepusculero’ es que me deja tan frío como las orejas de Edward. No es que sean malas, son algo tan insípido como una sopa de piedras. Han Solo y Madmartigan deberían abrir una academia y dar clases sobre cómo integrar realidad golfa en el cine, para demostrar que lo fantástico no está reñido con lo cercano si por ejemplo, alguien con debilidades se atreve a ser gracioso.

Para acabar, me gustaría mostrar mi alegría por la desaparición de otro género que nunca he acabado de entender: ‘Las películas de hombres rata’.

Y dicho esto, me voy a ver ‘Spiderman’ a ver si me callan la boca y mañana voy corriendo a comprarme la ‘Super-Pop’.

¡Chupate esa Stewart!



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