jueves, 20 de junio de 2013

¡Ay que Cruise hijo!



Desgana invernal, eso es, desgana invernal en pleno verano es lo que ha llevado a la Bomba Atónita a coquetear con lo superfluo y enfriar el teclado un poco más de lo debido, pero aquí estamos.

En ocasiones, el cine pasa por un estado de ingravidez en el que las películas no acaban de ‘empupilarse’ todo lo que uno querría. Como camiones en la A-6, una tras otra, pasan en busca de algo que sólo ellas tienen claro, tú, mientras tanto: te medio duermes, coges el teléfono, te tomas una cañita, dos, y siguen las disculpas.

Y así, sin acabar de disculparme por nada en concreto, esforzándome en ahuyentar el devenir Atónito del ser, me doy a los blockbusters… por no darme a la bebida.

Y ¿con qué me encuentro? Conque ‘El Equipo A’ ha pasado a ser ‘El Equipo B’… Conque en ‘Oblivion’, Tom Cruise busca una trama lo suficientemente enrevesada como para que su película dure más de dos horas y te haga preguntarte muy seriamente que demonios haces acercándote a algo que ha tocado el director de ‘Tron: Legacy’ (ya no me la metes más Kosinski), que en ‘Jack Reacher’ con… ¡Tom Cruise! La cosa mejora bastante, pero con una amenaza insípida que no te deja decir casi nada malo… ni bueno, y entonces llega ‘Iron Man 3’, o una ‘Nolanización’ Playboy del héroe, en donde la trama se echa de menos en el sentido más ‘hilvanado’ del término. Su director Shane Black, no opina igual, y se empeña en aligerar cada minuto de metraje. Quizá para poder incluir un pegote argumental que encaje en su versión China, tal vez para repetir las agotadoras fórmulas narrativas que tanto gustaron en ‘Kiss Kiss Bang Bang’ y recordarnos que tampoco eran para tanto, o, simplemente para que en lo que uno empieza a echar de menos ‘Los Vengadores’ o incluso al Cruise de ‘Minority Report’ (¡quien me lo iba a decir a mí!), se encuentre con un cúmulo de explosiones lo suficientemente escandalosas como para seguir viendo la peli sin sentir el claro caso de anemia argumental plagada de pequeños méritos inatonizantes que asolan la sala.

Llegados a este punto, cínico y desesperado por encontrar un filón atónito que me empuje a la escritura,  acometo ciego de furia las entrañas de mi videoteca, para acabar este inverosímil artículo y descubrir la carrera paralela en la que el prestigio decidió darle la espalda al señor Cruise... Y me pongo ‘Legend’. Presunta joya de los ochenta con Tim Curry interpretando uno de los mayores iconos atónitos que se recuerden desde aquel maldito muñeco de trapo.

A pesar de que el montaje de la película recorta cualquier presunción de inocencia que pueda tener la trama, y que Ridley Scott se quede con una película que ni los niños ni los adultos acaben de comprender del todo. Algunas de las imágenes más poderosas de la carrera del director y del género fantástico en general, asolan mis gafas por completo… y la atonización vuelve.
Cruise y sus saltitos son lo de menos. Aquí la clave reside en aislar el placer de aquellos que no necesitan excusas para atravesar las llanuras de la lucha entre el bien y el mal en su génesis fílmico (en el sentido menos pionero del término, no nos liemos).

El placer de esos valientes que se acogen a la enmienda de la nostalgia y se nieguan a ponerse ‘tiquis miquis’ con los pastiches pretenciosos, dan pleno sentido al bosque encantado. Es un cuento de toda la vida sin miedo al fracaso asquerosamente imperfecto, ¿quién puede negarse a eso? Ni siquiera David Bennent, el niño del Tambor de Hojalata  en modo extracargante es capaz de cargarse la película.

Y así, es como dejo buscar filones invisibles en las catacumbas de la desgana, encuentro fuerzas para disculparme por esta sopa de críticas insulsas, y os prometo que la próxima vez: procuraré ser más concreto.

"Yo ya no doy pa más chavalotes"





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